Si hay una huella distintiva en cada ser humano es la personalidad. Esta está compuesta por el temperamento (innato) y el carácter (modificable de acuerdo a las experiencias). Conocer qué tipo de temperamento nos define, nos permite potenciar las fortalezas y reprogramar las debilidades.
De acuerdo a Joaquina Fernández, directora del instituto de Humanidad y Negocios de Madrid, existen cuatro clases de temperamentos que nos definen y determinan el tipo de liderazgo que ejercemos.
Conocer cada uno de ellos, es el punto de partida necesario en nuestro proceso transformacional.
El primero de los temperamentos es el Colérico, en él las personas son extrovertidas, prácticas y aprecian el reconocimiento. Además, son diligentes, delinean objetivos y no descansan hasta lograrlos. Sin embargo, sus mayores obstáculos son el juzgar rápidamente y ser emocionales, por lo que su plan de acción de mejora es desarrollar un pensamiento objetivo y pensar antes de actuar. Algunas personas reconocidas con este temperamento son Donald Trump, Margaret Thatcher y Cristiano Ronaldo.
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El segundo temperamento es el Sanguíneo, en él las personas son extrovertidas, poseen gran confianza en sí mismas, disfrutan el reconocimiento y ser el centro de atención. Pueden conectarse fácilmente con las personas que los rodean, son optimistas y poseen altas habilidades de comunicación. Su punto de lucha está en mejorar su escucha, ya que tienden a acaparar la comunicación. Dos personas representativas en esta clasificación son Martin Luther King y John F. Kennedy.
El tercer temperamento es el Flemático. Las personas con este temperamento son introvertidas, serenas, tranquilas y poco comunicativas. Disfrutan tareas que requieren perfección y paciencia. Tienden a generar estrategias efectivas para resolver problemas, lo que les hace pensar que son superiores. El punto de mejora es desarrollar empatía y trabajar con sus emociones. Algunas personas en este temperamento son Nelson Mandela y Barack Obama.
El cuarto temperamento es el Melancólico, las personas con este temperamento son introvertidas, analizan todo lo que sucede a su alrededor y centran su mirada en lo imperfecto. Por otro lado, son extraordinariamente talentosas y muchas logran obtener importantes remuneraciones económicas. Su punto de lucha es reconocer las cosas buenas y no centrar su atención únicamente en los errores, ya que de no hacerlo pueden quedar sumergidas en la melancolía.
Recuerde, identificar nuestro temperamento es el primer paso, reconocernos en reconstrucción es indispensable.