Perseguidor, salvador o víctima, ¿cuál de estos roles o comportamientos asumes con mayor frecuencia en tu vida?, conocer las características de cada uno de estos patrones, sus ventajas y desventajas, es clave para nuestra salud emocional.
De acuerdo al análisis de los roles presentado por Stephen Karpman, conocido como «Triángulo Dramático», cada ser humano adopta modos de comportarse distintos de acuerdo a diferentes circunstancias de la vida. Según Karpman, estos roles son: El del perseguidor, el salvador o la víctima.
Lo perjudicial es caer en el error de estancarnos en alguno de ellos, polarizando nuestra conducta o forma de relacionarnos con nuestro entorno y con nosotros mismos, afectando consecuentemente nuestra salud mental y física.
Identificar el modo de actuar, los aspectos positivos y negativos de cada rol, y reconocer cuál de estos patrones asumimos con mayor frecuencia, es vital para generar un equilibrio en nuestra vida.
A continuación te presento las características distintivas de cada rol:
El perseguidor: Las personas con este rol creen que tienen el derecho o la capacidad de juzgar a los demás. Su concepción de la realidad, el comportamiento de los demás y sus propios actos a menudo están llenos de evaluación, medición y calibración. La persona con este rol, culpabiliza a todos y es intransigente, tiene la razón en todo y no se deja ver vulnerable.
Como consecuencia, la mayoría de las personas con este rol, sufren de una condición común: un constante mal humor.
El salvador: Actúa como si debiera ser él quien ayude a los demás, incluso si no se lo piden. El propósito de su existencia es volverse necesario para los demás y fomentar un sentido de dependencia. Paradójicamente, por lo general, no resuelve sus propios problemas.
La víctima: La pasividad y el miedo son las actitudes asociadas a este rol. Su percepción es que los demás lo tratan mal y no lo merece; sin embargo, no hace nada al respecto. Se queja constantemente y busca que otros resuelvan los problemas.
Posicionarse en cualquiera de estos roles genera un desgaste emocional. En el caso de el perseguidor se produce rabia y frustración tanto en él como en su entorno; en el caso de El Salvador, el desgaste es aún mayor, ya que se preocupa excesivamente por los demás, aún en perjuicio de su propia persona.
En el tercer caso, el rol de la víctima, la persona no es capaz de estar consciente de los factores que desencadena consecuencias negativas a su vida, él o ella, no tiene el control de su vida, este control lo pone en manos de otros a través de la victimización, por lo que si no asumen los desaciertos, difícilmente podrán mejorar.
Es oportuno identificar el rol que asumimos con mayor frecuencia en la vida, esto nos ayudará a crear un mayor equilibro y balance en nuestra conducta, permitiéndonos transitar nuestra existencia con mayor armonía y paz.